viernes, 18 de enero de 2013

Eterna agonía (I)

Es horrible sentirse así; pero ¿qué puedo hacer?
Odio cuando las chicas me miran en la biblioteca de la universidad. No sé el motivo, nunca he sabido darme cuenta de esas cosas, pero en algunas ocasiones tengo la impresión de que lo hacen como si fuese un trozo de carne andante. Sobretodo esa chica morena; sí, odio que se siente en frente o cerca mío y me mire... Reconozco que es atractiva, pero nada más. No quiero saber nada de ella. Es más, no quiero saber nada de ninguna, de nadie. Bastante he tenido con haberme enamorado una vez, y aunque no fuese así ni quiero ni puedo volver a hacerlo; ya no tengo ganas de caer otra vez.
Es odioso no poder fijarte en otras mujeres, sólo pensar en ella; y por mucho que lo intentes y levantes la mirada para intentar mirar a alguna, sólo poder mantenerla durante escasas décimas o centésimas de segundo para, rápidamente, desviarla y continuar con tus asuntos. Pero es así, no puedo quitarte de mi mente, cada segundo, de cada minuto, de cada hora, de cada día, y te odio por ello. Y me odio por ello. Pero ella no tiene la culpa. La culpa es mía por haberme enamorado de una mujer tan increíble; no sé como ni por un segundo pude pensar que alguien así podría siquiera fijarse en mí, pero no pude evitarlo. Y caí. Y perdí. Y morí...


Pero la amo. No puedo dejar de quererla en el fondo de mi ser y de mi alma. Y la odio más por eso. Y eso a su vez hace que la quiera más... Y es un bucle infinito de angustia, por no tenerte a mi lado, porque no estás conmigo. Y el sólo hecho de pensar que pueda estar besando a otro, acariciando otra piel, me mata.
Ojalá pudiese hacer como todas esas parejas que veo siempre prometiéndose amor eterno para a las pocas semanas o incluso días verlas con alguien distinto, y olvidarla sin más. Ojalá pudiese pensar en otra cosa que no fuese ella. Ojalá pudiese mirar a otra. Pero no puedo. Y, lo peor de todo, es que tampoco quiero.
A veces desearía que no nos hubiésemos conocido, pero entonces me doy cuenta de que no habría conocido, aunque sólo fuese por un instante, la felicidad.
Porque tú me hiciste sentir vivo, me hiciste sentir bien. Me hiciste feliz.
Al menos me alegro de que ella pueda estar bien y ser feliz, y que nunca sepa lo que es este sufrimiento que siento, porque lo único que quiero es que ella sea feliz.
Me quitas las ganas de vivir cuando no estás a mi lado, y sólo las recupero cuando estás conmigo.

Creo que me estoy volviendo loco, además, porque algunas veces, como hoy, creo verte por un segundo, pero no sé si es producto de mi imaginación o realmente eres tú y de no verte te estoy olvidando.

Lo único que sé, es que estoy muriendo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario